ACNUR alerta de la emergencia humanitaria.- La oposición libia se prepara para formar un Gobierno de unidad.- Gadafi arma a sus seguidores para defender Trípoli a sangre y fuego mientras cientos de personas le desafían
Mientras en las zonas liberadas del este de Libia civiles y militares se tratan de organizar para formar un Gobierno provisional y aumenta la presión internacional contra el régimen de Muamar el Gadafi con la aprobación de sanciones en el Consejo de Seguridad, los organismos internacionales alertan del éxodo que la represión de las revueltas ha causado y de la emergencia humanitaria causada por la acumulación de refugiados en las fronteras. Unos 100.000 trabajadores inmigrantes han huido del país en los últimos días, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), 40.000 por la frontera tunecina y 55.000 por la egipcia.
Más de 10.000 personas, la mayoría egipcios, huyeron ayer de Libia por el paso de Ras el Ajdir, en la frontera con Túnez, según la Cruz Roja local, que habla de una "crisis humanitaria" y pide ayuda para gestionarla. Según las cifras del Gobierno tunecino, desde el pasado día 20, 40.000 personas han atravesado esta frontera, de ellas, 18.000 tunecinos, 15.000 egipcios, 2.500 libios y 2.000 chinos. Mientras que muchos tunecinos y chinos regresan desde aquí a lugares de origen, la peor parte se la llevan los egipcios, atrapados en una especie de tierra de nadie, que incluso se han manifestado porque se sienten abandonados por su Gobierno.
En el lado egipcio, las autoridades calculan que 55.000 personas han cruzado la frontera desde el día 19, de ellas, 46.000 egipcios, 2.100 libios y unos 6.900 de diversas nacionalidades, especialmente asiáticos.
ACNUR ha establecido equipos de emergencia en las fronteras tunecina y egipcia para ayudar a las autoridades locales y a las ONG. "Estamos comprometidos a ayudar a toda persona que huya de Libia. Hacemos un llamamiento a la comunidad internacional para que respondan rápido y con generosidad para ayudar a estos Gobiernos a hacer frente a la emergencia humanitaria", ha señalado el Alto Comisionado, Antonio Guterrez, en un comunicado.
Gobierno de unidad nacional
Dentro de Libia, la oposición y las autoridades civiles y militares que han desertado del régimen de Gadafi tratan de organizar un Gobierno provisional que tenga reconocimiento internacional y evite un peligroso vacío de poder. Uno de los líderes de este proceso es el exministro de Justicia Mustafa Abdulyalil, que según la agencia AP, ha recibido el encargo de dirigir este Ejecutivo por una asamblea de ciudades del este, liberadas del yugo de Gadafi. Abdulyalil, que renunció a su cargo esta semana en protesta por la represión violenta de las manifestaciones, había anunciado ayer que la oposición formará un Gobierno de unidad nacional integrado por civiles y militares, y que en tres meses se celebrarán elecciones democráticas. Según dijo a la televisión Al Yazira, ese Gobierno tendrá "un marco democrático".
A los pocos minutos de su anuncio, el embajador libio en los Estados Unidos, Ali Aujali, apoyó la idea de un Ejecutivo formado por Abdulyalil. Ambos políticos libios han sido dos de las caras más visibles que no tardaron en rechazar la actitud del régimen de Gadafi para apoyar las aspiraciones de los manifestantes. "Quiero apoyar este Gobierno como la cara de Libia hasta que se produzca la liberación del país, lo que espero que suceda muy pronto", ha dicho a la agencia Reuters el embajador, que ya ha anunciado que tras 41 años dejará en su cargo si Gadafi no abandona el poder. Incluso el diario Quryna, propiedad de Saif el Islam, se había hecho eco a lo largo del día de ayer de la constitución de un Gabinete interino con sede en la ciudad de Bengasi.
En Libia el combate sigue abierto. Según uno de los corresponsales del diario Quryna, decenas de personas han resultado heridas de gravedad en las inmediaciones de la ciudad de Sabratha por los disparos de efectivos del batallón Al Juwildi al Humaidi. Pese a ello, Saif el Islam, uno de los hijos de Gadafi, volvió a dirigirse al pueblo libio a través de una entrevista concedida a Al Arabiya para asegurar que no hay mercenarios entre las fuerzas gubernamentales y recalcar que los enfrentamientos que vive el país son entre ciudadanos. Además volvió a insistir en que la revuelta de los "terroristas" contra el régimen está dirigida desde el extranjero y aseguró que las informaciones sobre cientos de muertos, mercenarios extranjeros y bombardeos son falsas, ya que se vive con normalidad "en las tres cuartas partes del país". Pero nuevas informaciones de testigos llegadas desde Zawiyah (al oeste de Trípoli) le contradicen. Según un testigo recogido por la agencia Reuters, durante la noche mercenarios pro-Gadafi atacaron la ciudad petrolera causando más de 50 heridos. "Cuatro vehículos dispararon indiscriminadamente. Jóvenes, niños, mujeres, y gente mayor han muerto. Los he contado", contaba el testigo.
Si Saif el Islam no admitió en su comparecencia la represión que denuncian el pueblo libio, las ONG y la comunidad internacional, sí que mostró un tono más conciliador al aceptar que existe una "voluntad interior de cambio", reconocer "errores en la gestión de la crisis" y anunciar reformas en todos los niveles de la Administración. El considerado como heredero de Gadafi, educado en la London School of Economics, anunció que están intentando negociar con alguna de las ciudades en las que ha habido "problemas". El hijo del dictador aseguró además que algunos militares que han apoyado las revueltas lo han hecho por "miedo o por objetivos personales" y que "el pueblo libio no tiene futuro si no llega a un acuerdo". Insistió en que la revolución está hecha por terroristas e instigada desde el extranjero
Ofensiva de Gadafi
Consciente de que Trípoli es el último agujero en el que su régimen puede respirar, el coronel Muamar el Gadafi ha decidido armar a sus fieles para librar en la capital la última batalla. Sin apoyos internacionales y sin apenas ejército, el dictador solo tiene a los seguidores de su bandera verde, la de la revolución que él inició en 1969. Hasta el mismísimo primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, quien fuera el principal aliado del régimen en Europa, afirmó ayer que el dirigente libio "ya no tiene el control".
El arsenal de la ciudad está ahora a disposición de aquellos que quieran hacer la guerra por su cuenta contra sus propios vecinos, levantados en sus barrios contra Gadafi. Su idea de dar armas a los civiles amenaza con desatar una matanza en la capital. Solo las fuerzas rebeldes, una mezcla de ciudadanos armados con piedras, soldados y militares en la reserva que avanzan lentamente por los flancos este y oeste, pueden impedirlo. Pero no lo tienen nada fácil, las fuerzas leales de Gadafi aún bloquean aquellos que vienen del este en la zona de Sirte, la ciudad natal del dictador, y controlan las carreteras de acceso a Trípoli por el oeste.
Mientras se prepara la batalla final, miles de extranjeros se desesperan por salir del país y las quince potencias del Consejo de Seguridad de la ONU han aprobado por unanimidad un duro paquete de sanciones contra el régimen, y tanto el presidente Obama como Hillary Clinton han hecho un llamamiento para que Gadafi abandone el poder por no contar con el apoyo de su pueblo.
Las llamadas a la reconciliación del heredero del coronel Gadafi tuvieron poco eco en los líderes rebeldes acantonados en el este del país, que aseguran que las fuerzas leales al régimen apenas controlan ya el 15% del territorio. "Gadafi está viviendo los últimos momentos y esperamos el final de su régimen en los próximos días", dijo ayer en Bengasi Fathi Tarbul, un abogado de 39 años cuya detención el pasado 15 de febrero fue el detonante del levantamiento popular anti-Gadafi. Pero el movimiento más significativo de los desafectos al régimen fue el del exministro de Justicia Mustafá Abdulyalil.
En el este del país, emerge como otra de las primeras caras visibles de la resistencia la figura del coronel Tarek Saad Husein. Según The New York Times, el oficial ha ido aunando en ese lado las voluntades de civiles y algunos batallones de un Ejército caracterizado por su fragmentación. Muchos son militares retirados que se han unido a la causa. Pero el protagonismo en el régimen que suceda al de Gadafi está muy disputado. Según el servicio secreto italiano, el nuevo hombre fuerte del país será el exministro del Interior y camarada de Gadafi en la revolución de 1969 Abdulá Yunis.
Tras la sangrienta jornada del viernes, en la que la policía disparó contra los manifestantes causando al menos siete muertos, las calles de Trípoli amanecieron ayer tranquilas, según informaron los medios internacionales invitados por el régimen a un estrambótico paseo por la ciudad protagonizado por el propio Saif el Islam, que enseñó a los periodistas una ciudad en la que aparentemente no pasaba nada. El Islam se arrancó con otro comentario de los que frecuenta su progenitor. "No confundan los fuegos artificiales con petardos", dijo a los periodistas mientras se reía.
Según la cadena BBC, Gadafi controla la mayoría de la ciudad, en la que viven dos millones de los seis y medio que habitan el país. Algunos testimonios recogidos por el diario The New York Times cuentan que las fuerzas del dictador pasaron la noche del jueves limpiando la ciudad de todos aquellos indicios del caos que han descrito esta semana decenas de testigos a través del teléfono. De acuerdo con la descripción del escenario que hacen estos medios, ya no hay carteles quemados de Gadafi, ni pintadas en las calles. Todo parece haber sido un mal sueño.
Sin embargo, en algunos barrios populares de la capital se reprodujeron ayer las protestas contra el régimen, según constató la agencia Reuters. En el distrito de Tajura, cientos de personas desafiaron al Gobierno durante el funeral por uno de los siete fallecidos la víspera. Según contaron los vecinos, las fuerzas de seguridad abrieron fuego el viernes contra los manifestantes tras la oración. Los heridos, explican, están siendo curados en las casas, después de que varias víctimas en las protestas hayan desaparecido de los hospitales públicos en días previos.
Como no hay observadores en la parte occidental del país, es imposible hacerse una idea de cuánto tiempo le queda a Gadafi antes de que las tropas que avanzan lentamente por el este se hagan con el siguiente objetivo militar, Sirte, el pueblo del dictador, en el golfo del mismo nombre.
En el oeste, el combate sigue abierto. Ayer, algunos medios libios aseguraban que había combates en Sebrata, una de las ciudades que supuestamente había caído.
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