Nombre total de pages vues

samedi 7 mai 2011

Si los islamistas ganan las elecciones Temor a un golpe de Estado de los leales a Ben Alí

El ex ministro del Interior tunecino Farhat Rajhi ha advertido este jueves de que los leales al ex presidente Zine el Abidine Ben Alí darán un golpe de Estado si los islamistas consiguen la victoria en las próximas elecciones de julio.
   El principal grupo islamista tunecino, Ennahda, liderado por el erudito musulmán moderado Rachid Ghannouchi y que estuvo prohibido durante el régimen de Ben Alí, ya ha anunciado que participará en los comicios.
   Los expertos pronostican que esta formación islamista podría tener buenos resultados en la cita con las urnas, especialmente en el sur del país, de tendencia conservadora y en el que hay una profunda frustración por el nivel de pobreza y desempleo.
   "Si Ennahda toma el poder, habrá un golpe de Estado", ha advertido el ex ministro del Interior en un vídeo publicado en Facebook. "La gente de la costa no está dispuesta a renunciar al poder y si las elecciones van en su contra, habrá un golpe de Estado", ha subrayado.
   La gente de la costa es una referencia a los partidarios de Ben Alí que tienen su base de poder en el interior y en los alrededores de la ciudad costera de Susa, la localidad natal de Ben Alí, que abandonó el poder el pasado 14 de enero y dejó el país junto a su mujer refugiándose en Arabia Saudí.
   Rajhi está considerado como un moderado y como un perspicaz observador de la política tunecina. Responsables de Ennahda han asegurado que no ven probable que haya un golpe de Estado. "No tenemos todavía una posición oficial sobre la declaración de Rahji pero puedo decir que tenemos fe en todos los elementos del estado y en el pueblo para respetar la voluntad del pueblo", ha explicado a Reuters el miembro del comité ejecutivo de Ennahda Nourdine Bhiri.
   Otro responsable de la formación islamista, Ajmi Ourimi, también ha confiando en que no se registre ningún golpe de estado. "El general Rachid Ammar (jefe de Estado Mayor de Túnez) prometió ante el pueblo tunecino que protegerá la revolución y nosotros tenemos fe en que todo se desarrollará de un modo pacífico", ha explicado.
   Las próximas elecciones del 23 de julio servirán para designar a los miembros de la asamblea que se encargará de redactar la nueva constitución. Rajhi fue nombrado ministro del Interior poco después de la revolución que acabó con el mandato de Ben Alí y fue sustituido en marzo en la última remodelación del Gobierno.
   Argelia, país vecino de Túnez, se vio sumido en el caos en 1992 después de que el Gobierno militar anulara las elecciones legislativas que iba a ganar el partido islamista. La violencia que se desencadenó posteriormente acabó con la vida de 200.000 personas, según estimaciones independientes.

Miembros del régimen de Ben Alí no podrán integrar la Asamblea Constituyente

TÚNEZ, 6 May. (EUROPA PRESS) - Las autoridades tunecinas han llegado a un acuerdo para prohibir a las personas vinculadas al régimen de Zine al Abidine Ben Alí presentar su candidatura a las elecciones para formar la Asamblea Constituyente, según recoge la agencia de noticias TAP. El primer ministro interino, Beji Caied Esebsi, y el presidente de la Alta Autoridad para el Logro de los Objetivos de la Revolución, la Reforma Política y la Transición Democrática, Yadh Ben Achour, han sido los encargados de suscribir este acuerdo.

Acusado expresidente tunecino de incitar violencia, suman 19 cargos

Túnez, 5 may (PL) El Ministerio de Justicia de Túnez ratificó hoy que el expresidente Zine El Abidine Ben Ali y su esposa, Leila Trabelsi, son procurados por incitar a la violencia durante las protestas populares que lo derrocaron.

  Las autoridades tunecinas señalaron que Ben Alí, refugiado en Arabia Saudita desde que huyó del país el 14 de enero pasado, ordenó disparar contra activistas que demandaban cambios democráticos en el poblado central de Ouardanine, donde murieron cuatro jóvenes.

El incidente por el que se imputa al exmandatario ocurrió en la noche del 15 al 16 de enero, un día después de su defenestración, cuando una multitud trató de impedir que su sobrino Kais Ben Alí también abandonara el país.

Los familiares de las víctimas alegaron que el otrora hombre fuerte de esta nación maghrebí ordenó a las fuerzas de seguridad abrir fuego contra los inconformes, lo que provocó los cuatro decesos.

La agencia oficial de noticias tunecina TAP indicó que también se imputó el mismo delito a 14 miembros de las fuerzas de seguridad que fueron autores materiales del tiroteo letal.

Con la reciente acusación suman 19 los cargos contra Ben Alí y su esposa, quienes son requeridos por la justicia por los delitos de "complot contra la seguridad interior del Estado" e "incitación al desorden, asesinato y pillaje", según TAP.

El gobierno tunecino afirmó en abril que había preparado 18 casos contra Ben Alí, incluido también homicidio voluntario y tráfico y uso de drogas, por lo que sigue gestionando su extradición desde Jeddah, la ciudad saudita donde reside.

Túnez protagonizó en diciembre la primera revuelta árabe a partir de manifestaciones callejeras en la localidad de Sidi Bouzid donde el joven profesional y vendedor de frutas Mohamed Bouazizi se inmoló prendiéndose fuego para protestar contra el desempleo y la pobreza.

Fuentes culturales comentaron este jueves que la acción de Bouazizi será el argumento principal de una película que se comenzará a rodar.

Internacional:Oriente Medio: ¿Democracia o Fundamentalismo?

Las tormentas que sacuden al mundo árabe parecen un solo gran problema.Pero no es tan sencillo.

Hay matices frente a los cuales cada país, con sus características particulares, deberá encontrar sus propias soluciones.
Uno de los pecados capitales de muchos analistas internacionales es la inclinación a leer los acontecimientos a partir de sus experiencias personales y sus preferencias ideológicas. Algo de eso está pasando con parte de los juicios provenientes de Europa y EE.UU. sobre el terremoto político que está sacudiendo Oriente Medio. La imaginación de muchos políticos y académicos permanece atrapada por las poderosas imágenes de aquel noviembre de 1989, cuando el muro que separaba las democracias occidentales de los regímenes comunistas colapsó y millones de personas recuperaron la libertad. Con semejante narrativa gravitando sobre la mentalidad colectiva de gobernantes e intelectuales, la tentación de ver las movilizaciones de los países árabes como una marcha imparable hacia la democracia resulta irresistible. Pero ni todos los gobiernos de la región son iguales, ni el desenlace de esta oleada revolucionaria tiene que ser necesariamente el nacimiento de sociedades más libres en Oriente Medio.

Desde luego, hay elementos comunes en la cadena de rebeliones populares que ya ha provocado la caída de dos gobiernos - Túnez y Egipto -, colocado a otros tres contra las cuerdas -Yemen, Siria y Bahréin-, hundido un país en la violencia - Libia - y puesto al resto de los líderes de la región a la defensiva.  Se trata de la agonía de un statu quo político que se prolongó durante más de medio siglo y cuyo nacimiento se puede situar el 22 de julio de 1952, cuando un joven coronel llamado Gamal Abdel Nasser tomó el poder en Egipto. La que sería conocida como la  revolución egipcia significó el punto de partida de un proyecto nacionalista, laico y populista que prometía una sociedad más moderna e igualitaria.  Esta idea se extendería a toda la región con la llegada al poder de gobiernos con planteamientos semejantes en Túnez, Argelia, Libia, Siria o Iraq. Pero incluso en aquellos países que mantuvieron monarquías tradicionales -Jordania, Arabia Saudí, etc. - el mensaje nacionalista fue asumido por las viejas elites, al menos parcialmente.

Con algunas variaciones, el escenario político cristalizado en los años 60 y 70 se ha prolongado hasta hoy. Basta con mirar la tendencia de los gobiernos a perpetuarse. Los derrocados Ben Ali de Túnez y Mubarak de Egipto permanecieron en el poder 24 y 21 años respectivamente. Nada sorprendente si se considere que Gadafi ha gobernado Libia durante 42 años y Saleh Yemen por otros 33.  La lista de gobiernos longevos debe extenderse a regímenes tradicionales como la dinastía de los Saud, que ha manejado Arabia Saudí desde la fundación del Estado en 1932, y la familia Khalifah, que ha hecho lo mismo con Bahrain desde 1783. Eso sin olvidar el caso de Siria, donde la presidencia de la república se ha convertido en una institución hereditaria que fue ocupada por Hafez Al Assad en 1970 y transferida a su hijo Bashar, que la ocupa desde el año 2000. 

Esta sorprendente capacidad para perpetuarse en el poder estuvo asociada a un profundo desbalance político entre aparatos estatales todopoderosos y sociedades civiles raquíticas. Como ha planteado el historiador Bernard Lewis, la modernización de los estados árabes desembocó en una enorme concentración de poder en manos de sus dirigentes. Los gobiernos desarrollaron extensos aparatos de propaganda y construyeron omnipresentes aparatos de inteligencia interna destinados a suprimir cualquier disidencia. Por si fuera poco, la agenda nacionalista incluyo una extensa intervención estatal en la economía que frecuentemente derivó en la nacionalización de las principales fuentes de riqueza. Este es el estado de cosas que empezó a saltar en pedazos a finales del año pasado.

Las razones del derrumbe tienen que ver con las propias contradicciones de sociedades cuya rápida transformación chocó con la esclerosis de sus elites políticas. En las pasadas décadas, el Mundo Árabe experimentó un vertiginoso crecimiento demográfico que condujo el promedio de edad de la población en Yemen a 17 años, en Jordania a 21,8 y  en a Egipto a 24. Gestionar las demandas sociales y económicas de semejante masa de jóvenes sería un reto en cualquier país desarrollado. En estados burocratizados con economías ineficientes, resultó sencillamente imposible. Millones de jóvenes se enfrentaron a un futuro sin empleo en una sociedad donde las posiciones de privilegio se alcanzaban merced a las conexiones políticas o la corrupción.  El resultado fue una frustración social imposible de canalizar por unos sistemas políticos que negaban el derecho al disenso y bloqueaban cualquier renovación. Solo faltaba que el aparato de control político y propaganda de los gobiernos árabes mostrase señas de debilidad y los descontentos pudiesen construir una red de movilización. En algunos países, eso fue posible gracias las nuevas tecnologías. Tal fue el caso en Bahréin o Túnez, con una penetración de Internet en sus sociedades de un 57,9 por ciento y el 27,1 por ciento respectivamente. En otras ocasiones, las viejas solidaridades tribales y locales reemplazaron a Facebook y Twitter como mecanismos para articular la rebelión. Solo así resulta explicable que la protesta prendiese en países como Yemen, con un raquítico 1,6 por ciento de población usuaria de la red, o Libia, donde la cifra apenas alcanza al 5,1 por ciento.

En cualquier caso, estos regímenes prometen tener agonías muy distintas. Mientras Túnez o Egipto dieron ejemplo de transiciones rápidas y poco violentas, Yemen y Siria han protagonizado una espiral de violencia de desenlace incierto y Libia parece abocada a una larga guerra civil. Semejantes diferencias en los desenlaces tienen que ver con varios factores. Para empezar, está la distinta naturaleza del régimen enfrentado. Por mucho que se pueda decir de la naturaleza autoritaria y el grado de corrupción alcanzado por Ben Ali en Túnez o Mubarak en Egipto, sus crímenes palidecen ante la trayectoria del régimen sirio, que en una sola arremetida masacró a 10.000 personas durante la revuelta de la ciudad de Hama en 1982, o el historial de Gadafi, que no tuvo reparo en asesinar a 1.200 prisioneros en respuesta a una protesta en la cárcel de Abu Salim en 1996.

En este sentido, parece pertinente recordar la vieja distinción de la académica y diplomática estadounidense, Jeanne Kirkpatrick, entre regímenes totalitarios incapaces de democratizarse y gobiernos autoritarios que pueden ser reformados paulatinamente. Oriente Medio tiene de los dos. Países como Egipto avanzan por el camino de una reforma con altibajos y riesgos, pero que promete ser esencialmente pacífica. En el otro extremo, la naturaleza represiva del régimen sirio hace inevitable una espiral de violencia. De igual forma, aunque no pertenezca al Mundo Árabe, Irán también se puede añadir a la lista de los sistemas totalitarios de Oriente Medio. Sin embargo, en este caso, los ayatollahs pueden confiar en la fortaleza de su aparato represivo y el respaldo de una fracción de los sectores populares para resistir la oleada democratizadora que está barriendo la región.

El segundo factor clave para explicar el distinto comportamiento de los países de Oriente Medio en medio de la oleada de protestas es la solidez de las instituciones en cada país. En realidad, ese es el factor clave que permitió una relativamente rápida transferencia de poder en Egipto. Tras la salida de Mubarak, un nuevo gobierno pudo asumir el control de la burocracia estatal, hacer funcionar las instituciones y gestionar la transición.  Justo en el otro extremo, el descenso hacia el caos de Libia es el fruto del colapso generalizado de un sistema de gobierno que dependía en todo de la voluntad de Gadafi. Algo parecido puede pasar en Yemen, donde la burocracia estatal es un frágil cascarón que trata de mantener unido un país fracturado por diferencias políticas, étnicas y religiosas.

Finalmente, resulta clave considerar las diferencias entre los regímenes de origen revolucionario como Libia y los que mantienen una legitimidad tradicional, como el reino de Arabia Saudí. Los primeros parecen estar resultando más vulnerables a la presión popular debido a dos motivos: por un lado, las monarquías no solo gozan de mayor tradición sino que se presentan como regímenes con una fuerte legitimidad religiosa. Por otra parte, los gobiernos de ideología nacionalista se están enfrentando con un abrumador desprestigio, fruto de la enorme brecha entre lo que prometieron a sus opiniones públicas y lo que finalmente entregaron: tiranía en reemplazo de democracia popular y subdesarrollo en lugar de igualdad. Así las cosas, resulta claro que gobiernos como el sirio se enfrenten a una situación particularmente difícil. Sin embargo, Arabia Saudí y los emiratos del Golfo podrían estar en mejores condiciones para manejar las protestas entre su población.

Frente a procesos tan distintos, lo único seguro es que su punto de llegada es incierto y el reemplazo de las viejas autocracias por gobiernos democráticos es un desenlace que dista de estar garantizado. De hecho, dos grandes amenazas ponen en cuestión esta posibilidad. En primer lugar, está el problema de las fracturas étnicas y religiosas que dividen a muchos países de la región. Siria es gobernada por una minoría alauita, equivalente a un 13 por ciento de la población, bajo la que se extiende un mosaico étnico y religioso que incluye un  74 por ciento de sunitas y minorías drusa, kurda y cristiana. La población saudí incluye más de un 10 por ciento de chiitas que habitan en las zonas petroleras del reino. Los mosaicos étnico-religiosos de Líbano e Iraq son aún más complejos e inestables. De este modo, no hay ninguna garantía de que el desmoronamiento de los actuales sistemas políticos en algunos países no cree las condiciones para una cadena de conflictos de minorías.

El otro riesgo tiene que ver con el fundamentalismo. En una buena parte de los países de la región, los islamistas han sido la principal fuerza de oposición a los regímenes que agonizan y reclaman un papel protagonista en el nuevo escenario político. El caso paradigmático es Egipto. Allí, los Hermanos Musulmanes escogieron no colocarse al frente de las protestas; pero jugaron un papel clave en la organización de las mismas y las negociaciones que condujeron a la caída de Mubarak. Por su parte, en Jordania, los fundamentalistas agrupados en el Frente de Acción islámica se han convertido en la punta de la lanza de las protestas contra la monarquía.

Se han argumentado que el temor a los fundamentalistas es exagerado puesto que la mayoría de ellos han optado por rechazar la violencia y asumir las reglas de juego democráticas. Sin embargo, hay razones para pensar que el barniz moderado de algunos sectores integristas es una mera táctica para reducir los temores que suscitan. Como muestra de cuáles pueden sus intenciones, vale la pena recordar como uno de los líderes de los Hermanos Musulmanes egipcios, el jeque Yusuf Qaradawi, dijo que Hitler "consiguió poner (a los judíos) en su sitio" y se refirió al Holocausto como "un castigo divino para ellos". Frente a semejantes planteamientos hay quienes todavía sostienen que la manera de 'domesticar' a los islamistas sería dejarles gobernar. El problema es que existe la posibilidad de que utilicen los votos para llegar al poder y luego destruir el sistema desde el gobierno. De hecho, la revolución iraní de 1979 siguió ese guión. Inicialmente, se unieron liberales, izquierda y fundamentalistas para derrocar al Shah. Posteriormente, los ayatollahs se apoderaron del Estado, proscribieron a sus antiguos aliados e instauraron un sistema de partido único.

Las cosas se hacen más complicadas por el impacto que podría tener, para la estabilidad de la región en general y las relaciones con Israel en particular, el ascenso de los fundamentalistas en algunos países. Egipto ha sido un país clave en los esfuerzos para estabilizar Oriente Medio y avanzar hacia una solución del conflicto árabe-israelí. De igual forma, Jordania ha mantenido unas relaciones frías con su vecino israelí; pero siempre presididas por el principio de que la convivencia era inevitable. El ascenso de los fundamentalistas en cualquier de estos dos países lo cambiaría todo. La posición estratégica de Jerusalén retrocedería de un solo golpe a comienzos de los años 70, cuando el Estado judío era una fortaleza asediada.

Entonces, ¿los países árabes están condenados a enfrentar un dilema imposible entre la dictadura laica o el islamismo radical? No necesariamente. En un artículo en el Washington Post, el ganador del Premio Pulitzer, Charles Krauthammer, señalaba que EE.UU. y Occidente podían jugar un papel clave en la construcción de un Oriente Medio democrático si promovían la construcción de sociedades abiertas en la región, al tiempo que respaldaban a los sectores laicos de las sociedades árabes en sus esfuerzos para prevenir que los fundamentalistas tomen el poder. La pregunta es si la administración Obama, que ha demostrado repetidas veces una peligrosa combinación de despreocupación y candidez en los asuntos internacionales, tiene la visión para asumir este reto histórico.

Túnez: para ex ministro, habrá golpe de Estado si islamistas ganan comicios

El ex ministro del Interior del gobierno tunecino de transición, Farhat Rajhi, afirmó que podría haber un "golpe de Estado militar" en Túnez si los islamistas ganan las elecciones del 24 de julio, provocando numerosas reacciones este jueves.
El gobierno de transición condenó estas declaraciones que "atentan contra el orden público" y unas 300 personas salieron a la calle para expresar su apoyo al ex ministro destituido el pasado 28 de marzo, antes de ser dispersadas, en algunos casos violentamente, por la policía.
"Si el movimiento islamista Ennahda gana las próximas elecciones, habrá un régimen militar", estimó Rajhi en un video colocado en Facebook.
"El nombramiento, el 18 de abril, del general Rachid Amar en el cargo de jefe de Estado Mayor Interarmas no es más que la preparación de ese golpe de Estado", afirmó.
Rajhi había sido nombrado ministro del Interior el pasado 27 de enero, dos semanas después de que se fugara a Arabia Saudita el ex mandatario Zine El Abidine Ben Ali. Posteriormente, destituyó a decenas de directores del ministerio que eran símbolos del régimen del ex presidente y tomó el 6 de febrero la histórica decisión de suspender al partido de Ben Ali, el RCD.

jeudi 5 mai 2011

Tunisie : la théorie du complot, selon Farhat Rajhi



Dans une interview diffusée sur Facebook et dans les médias tunisiens, l’ancien ministre de l’Intérieur Farhat Rajhi a lancé une véritable bombe. Selon lui, les forces contre-révolutionnaires sont à l’œuvre au sein du gouvernement et le comploteur en chef ne serait autre que Kamel Eltaïef, l’ancien ami intime de Ben Ali.
Un franc-tireur nommé Farhat Rajhi. L’ ex-ministre de l’intérieur et magistrat de formation, qui avait déjoué une tentative de déstabilisation de la Tunisie début février, a lancé une vraie bombe médiatique. Dans une interview volée avant sa mise en ligne sur le site d’information Nour Press, et aussitôt lancée sur Facebook en pleine nuit, Farhat Rajhi explique aux Tunisiens pendant près d’une demi-heure qu’il n’y a pas eu de révolution… mais une simple révolte.
Selon lui, l’actuel Premier ministre du gouvernement de transition, Béji Caïd Essebsi, serait un menteur, tandis que le général Ammar, héros de la révolution, aurait surtout comme objectif de défendre les intérêts des Sahéliens - qui habitent une région traditionnellement associée à l’ancien parti au pouvoir, le Rassemblement constitutionnel démocratique (RCD) - et Kamel Eltaïef, l’ancien ami intime de Zine el-Abidine Ben Ali, serait l’éminence grise de ceux qui œuvrent dans l’ombre à la contre-révolution. Farhat Rajhi réitère même ses propos sur les ondes de Express FM à 3 heures du matin…
Manifestations à Sfax et Kairouan
En s’exprimant ainsi, l’ex-ministre apporte de l’eau au moulin du parti islamiste Ennahdha, au moment où ce dernier commençait à perdre de sa crédibilité. Ses déclarations ont aussitôt provoqué des manifestations à Sfax et Kairouan tandis que le gouvernement et Kamel Eltaïef déclaraient leur indignation et se réservaient le droit d’engager des poursuites.
À quelques mois de l’élection d’une Assemblée constituante, le processus démocratique tunisien n’a peut-être jamais été aussi fragile.

Voir les 3 vidéos de Farhat Rajhi (23 minutes au total)






Pour se racheter, la Banque mondiale octroie 500 millions $ à la Tunisie

La Banque mondiale (BM) a-t-elle voulu se racheter en décidant une enveloppe urgente de 500 millions de dollars (670 millions de dinars) de prêts à la Tunisie pour l’aider à traverser cette conjoncture difficile? Par Zohra Abid 

Pourquoi la BM devait-elle donc se racheter? Pour avoir accompagné jusqu’au bout l’ancien régime corrompu et prédateur de Ben Ali, qui a mis main basse sur l’économie du pays, au vu et au su des pseudo-experts de la vénérable institution de New York.
Quand la Banque Mondiale découvre la vraie Tunisie Souvenons-nous, jusqu’à il y a quelques mois, les responsables de la Banque, qui faisait leur ballet à Tunis, ne rataient aucune occasion pour louer les choix économiques de la Tunisie de Ben Ali et ses politiques financières.
Entre-temps, il y eut le soulèvement des régions abandonnées, des jeunes diplômés sans emploi, des classes moyennes paupérisées. Et c’est donc dans un pays différent de celui décrit dans les rapports de ses chers (très chers !) experts que Robert B. Zoellick, président de la BM, a débarqué lundi dernier.
Au terme d’une visite de trois jours en Tunisie, et avant de se rendre au Maroc, prochaine étape de sa tournée, ce dernier a donné une conférence de presse. Il n’a pas fait d’autocritique. Cela nous aurait tout de même beaucoup étonnés. Mais comme on dit «Business is usual», M. Zoellick, a annoncé l’octroi à la Tunisie d’une aide urgente de 500 millions de dollars (670 millions de dinars) sous forme de prêts à Tunisie pour l’aider à traverser cette conjoncture difficile. Là où nous en sommes, ce n’est pas de refus.



Comme prévu aussi, avant de signer le gros chèque, le directeur de la BM a préféré se rendre sur place pour s’assurer des avancées et des aspirations du peuple tunisien en cette période historique. Il a tenu aussi à suivre les travaux et les projets financés par la BM notamment à Béja où il s’est rendu et constaté la pauvreté et le taux de chômage élevé dans cette région. Une façon indirecte de s’assurer que le pays est vraiment dans le besoin, qu’il est aussi sur la bonne voie et qu’il sera en mesure de s’acquitter de ses créances. Et surtout de s’assurer que l’argent prêté ira là où il faut, c’est-à-dire dans l’investissement, dans la création d’emplois et surtout dans le développement des régions les plus défavorisées.
Argentiers, ensemble, pour sauver la TunisieD’un autre côté, M. Zoellick s’est entretenu avec presque tous les membres du gouvernement provisoire. Il a rencontré Yadh Ben Achur, président de la Haute commission pour la réalisation des objectifs de la révolution, de la réforme politique et de la transition démocratique, ainsi que Mustapha Kamel Nabli, gouverneur de la Banque centrale tunisienne (Bct), une vieille connaissance, puisque le Tunisien était en poste à la Banque Mondiale la veille de la chute de Ben Ali.
«Je sais qu’il y a un fort ralentissement économique et que le taux de croissance ne dépassera pas le 1% cette année. Je suis venu pour écouter les responsables tunisiens et m’enquérir auprès d’eux de ce que peut faire la BM. Les Tunisiens m’ont confirmé qu’ils sont décidés de rompre avec le passé. Tous les entretiens que j’ai eus avec les responsables témoignent d’un vrai désir de s’engager dans un programme de réformes et de bonne gouvernance économique», a-t-il expliqué. Grâce à la bonne gouvernance, garante de l’égalité des chances, il est possible pour la Tunisie d’attirer les investissements, d’assurer le développement et d’ériger une société solide avec moins d’exclus, a-t-il ajouté. «Les Tunisiens sont engagés dans un programme de transparence et d’équité. Ils ont une attention accrue pour les régions défavorisées et une large participation citoyenne. Ils réclament des emplois, des opportunités économiques et de meilleurs services publics… et nous ne pouvons que les aider à sortir de la crise dans cette phase de transition politique», a encore insisté M. Zoellick.
Le président de la BM a indiqué aussi que son institution est en train de travailler sur l’élaboration d’un programme d’appui budgétaire d’un montant de 500 millions de dollars, destiné à stimuler les efforts engagés par le gouvernement de transition dans les domaines de la liberté d’association, de l’accès à l’information, de la transparence des marchés publics… Cet appui s’inscrit dans le cadre d’une action qui engagera les bailleurs de fonds, dont la Banque africaine de développement (Bad) et l’Union européenne et d’autres donateurs, qui apporteront une contribution de 700 millions de dollars pour soutenir les réformes importantes en cours en Tunisie.
Les régions, la crise, les réfugiés… trop pour la petite Tunisie
Le président de la BM a, par ailleurs, annoncé la mise en œuvre de deux projets de développement communautaire d’un montant de 125 millions de dollars pour assurer la création d’emplois et d’aider surtout les régions. «Avec l’appui de la Bad, la BM est en train de préparer un programme d’un montant de 50 millions de dollars qui sera consacré aux micros, petites et moyennes entreprises. Ce montant sera mis en œuvre en milieu d’année dans le cadre de l’initiative en faveur du monde arabe», a-t-il annoncé.
Interrogé sur la nature de l’aide annoncée, M. Zoellick a répondu qu’il s’agit d’un crédit qui sera payé avec un taux d’intérêt. «Le taux sera, selon la décision du gouvernement, soit fixe soit flottant», a-t-il répondu.
Concernant la possibilité d’effacer l’ancienne ardoise contractée sous le règne de Ben Ali, M. Zoellick a dit que l’Irak, qui a été en guerre, n’a pas cherché à annuler ses dettes. Traduire: la Tunisie ne devrait le demander elle aussi. Ce serait, d’ailleurs, très mal apprécié par les bailleurs de fonds qui apprécient les bons payeurs.
Evoquant la situation en Libye et aux frontières tunisiennes avec ce pays, le président de la BM, qui était entouré de Simone Gray, directeur de la BM pour le Maghreb, a manifesté sa préoccupation. «Il y a les réfugiés stables et ceux qui transitent et nous sommes très sensibles à ces mouvements. Ces gens ont tous des besoins énormes. La Tunisie, en pleine crise, semble incapable de supporter davantage. Il s’agit d’un fardeau et nous sommes préoccupés quant à cette situation stressante. Nous allons aider les écoles et les services publics», a-t-il dit. Et de souligner que, malgré leurs grands soucis du moment, les Tunisiens se sont montrés très généreux. 

40.000 Libyens fuient en Tunisie

Plus de 41.600 personnes ont fui les combats en Libye via le poste frontière de Dehiba dans le sud de la Tunisie ces quatre dernières semaines, a indiqué aujourd'hui une responsable du Haut commissariat de l'ONU aux réfugiés (HCR), Maness Ghanem.

"2800 Libyens ont traversé le poste frontière de Dehiba, situé à 4 km de la frontière et 2400 celui de Ras Jedir mardi 3 mai", a ajouté cette responsable, contactée à Tataouine (sud) depuis Tunis.


D'autre part, 950 ressortissants libyens sont actuellement hébergés dans un camps émirati de Dehiba et 1.100 dans un camp du HCR à Remeda (situé à environ 60 km de Dehiba) alors que 4650 réfugiés de différentes nationalités sont hébergés dans des camps à Ras Jedir (à environ 150 km au nord-est de Dehiba)", a-t-elle précisé.
 

La majorité des réfugiés libyens, selon cette responsable, ont été accueillis par la communauté locale tunisienne ou bien ont loué des maisons. "Nous conjuguons nos efforts avec les autorités tunisiennes, la société civile et des volontaires pour trouver des solutions pour l'hébergement, fournir des aides alimentaires et sanitaires", a ajouté Mme Ghanem.

mercredi 4 mai 2011

La Tunisie vit sous la menace mafieuse des hommes de main de l'ancien régime

Avec le calme que donne la certitude, Ali lâche : "Dégueulasse est un mot propre pour dire ce qu'ils ont fait." 48 ans, dont 23 sous Ben Ali, Ali a honte. Depuis son poste d'observation, vingt-huit ans de taxi, il a tout vu, tout entendu, tout ressenti. La saloperie humaine, le vice et la perversion qu'autorise l'argent roi des mafieux. La suprématie du fort, financièrement parlant, sur le laborieux qui chaque matin courbait l'échine sous peine de prison, d'interdiction de travail, de confiscation de sa marchandise. Pour Ali, rien n'est fini.

"Ils sont encore là", jauge-t-il, les yeux plissés. Ce qu'il dit sans ambages, ils sont de plus en plus nombreux à le murmurer. Lorsque le despote quitta le pays, le 14 janvier à 17 h 52, les klaxons retentirent dans tout le pays. Deux heures plus tard, des 4×4 déboulèrent, vitres baissées, chargés de miliciens armés du dernier cri. Les desperados du Rassemblement constitutionnel démocratique (RCD) avaient pour ordre de brûler le pays. Cinq jours de crimes suivirent le départ de Zine El Abidine Ben Ali. Cinq jours entre enfer et espoir. Cinq jours durant lesquels la population tunisienne érigea des barrages de fortune, des barricades de bric et de broc. Avec des planches, des voitures calcinées, des meubles, chaque quartier s'organisa pour enfreindre le "à tombeaux ouverts" des partisans de M. et Mme Ben Ali. Un élan de courage, de solidarité que le peuple tunisien ne doit jamais oublier.
La révolution s'est jouée le 14 janvier et les cinq jours qui suivirent. Hommes, femmes, vieillards, jeunes, handicapés et enfants, tous furent des comités de quartier. Une vigueur nationale dont ils n'eurent pas le souffle de se rendre compte. Personne n'a pu fêter la grande victoire. Aucun, aucune, n'a pu danser, chanter le triomphe du peuple sur la force. Une révolution confisquée par cinq jours de terreur. Résultat : aucune union nationale. Et une grosse fatigue que les partisans de Ben Ali et des Trabelsi entretiennent.
Règne de la peur
Désormais, la Tunisie vit sous la menace des hommes de main de l'ancien régime. Policiers, mafieux, voyous, notables de l'ex-RCD : tous s'unissent pour salir, casser, tabasser le pays. Leur objectif : instaurer le règne de la peur. Se venger. Tuer la révolution. Chaparder le pouvoir. Quelques exemples : samedi 30 avril, ce sont trois prisons qui sont incendiées afin que 800 détenus s'échappent. Samedi encore, ce sont 500 salafistes qui font violence, avec la complicité de la police politique, avenue Bourguiba. Dimanche 1er mai, c'est un hôtel international de Tunis qui est attaqué comme dans le plus mauvais des westerns. Total : la multiplication des opérations coup-de-poing menée par de petits mercenaires rémunérés par les ex du RCD.
On s'explique difficilement que certains Trabelsi puissent encore faire du business à distance. On ne comprend pas que les prisonniers du type d'Imed Trabelsi bénéficient d'un régime digne d'un palace. L'armée et ses 43 000 soldats ne peuvent tout faire. La police de Ben Ali comptait 200 000 membres, sans compter les indics, vigiles et espions du quotidien. Ils n'ont pas disparu. Ajoutons au tableau le voisin libyen qui tente d'exporter sa guerre sur le sol tunisien avec force obus, mortiers... Kadhafi n'a jamais pardonné que son ami Ben Ali soit viré comme un voleur. Alors il frappe, via ses mercenaires, le grand sud.
Pour les amateurs de symboles, la Tunisie est devenue une destination de choix. On y fait du tourisme de grandes déclarations. A Tunis, le défilé continu de dirigeants étrangers donne lieu à des multitudes de déclarations, d'encouragements. Mais de concret, peu. Pour parler cash, il faut déverser des tonnes de flouz sur la frêle démocratie. L'aider sans compter. Les besoins immédiats sont estimés à 4 milliards de dollars par la Banque mondiale. Le prix à payer pour remettre le pays sur les rails de la croissance. Et le sauver définitivement des complots fomentés par ceux qui firent fortune sous Ben Ali et perdraient tout sous un régime démocratique.
Située entre l'Algérie et la Libye, la Tunisie occupe une place géostratégique qu'il serait idiot de sous-estimer. Si l'on ne veut pas assister à la mise à sac de la révolution, si l'on ne souhaite pas le come-back de la mafia, si l'on a un minimum de respect pour un peuple qui a su s'affranchir de la peur pour déloger un mafieux, un clan, ses gangs, alors il faut aider la Tunisie. Aujourd'hui. Sans attendre une minute de plus. Demain, il sera peut-être trop tard.

La Suisse gèle 646 millions appartenant à Ben Ali, Moubarak et Kadhafi

La majeure partie des fonds gelés par la Suisse appartiennent à l'entourage de l'ancien président égyptien.

Les fonds gelés par la Suisse de dirigeants d'Afrique du Nord déchus ou contestés s'élèvent à quelque 830 millions de francs (646 millions d'euros), a indiqué lundi 2 mai le Département Fédéral des affaires étrangères.
Sur le même sujet
Ce chiffre a été divulgué par la présidente de la confédération helvétique Micheline Calmy-Rey, en visite depuis dimanche en Tunisie, où avait lieu la conférence annuelle régionale des ambassadeurs suisses au Moyen-Orient et en Afrique du Nord, a précisé à l'AFP Lars Knuchel, porte-parole du Département des affaires étrangères.

320 millions d'euros gelés pour Moubarak

La plus grande partie de ces fonds gelés représente la fortune de l'entourage de l'ancien président égyptien Hosni Moubarak, dont quelque 410 millions de francs (320 millions d'euros) ont été bloqués par la Suisse.
Par ailleurs, depuis l'instauration à la fin février des sanctions contre le régime du dirigeant libyen Mouammar Kadhafi, une somme de 360 millions de francs (280 millions d'euros) a également été bloquée par Berne.
En ce qui concerne l'ancien régime tunisien, les fonds bloqués s'élèvent à environ 60 millions de francs (46 millions d'euros).

Les avoirs de Ben Ali bloqué depuis janvier

Le montant exact et la nature d'éventuels avoirs en Suisse du président tunisien déchu Zine El Abidine Ben Ali et de son entourage avaient fait jusqu'à présent l'objet de nombreuses spéculations.
Selon les données de la Banque nationale suisse, les avoirs globaux tunisiens en Suisse atteignaient, en 2009, 621 millions de francs suisses (483 millions d'euros).
Micheline Calmy-Rey, qui est également chef de la diplomatie helvétique, avait annoncé le gel des avoirs du président Ben Ali par la Suisse dès janvier dernier.

 

mardi 3 mai 2011

Les économistes préparent un modèle économique tunisien

Tunis, 3 Mai 2011 (TAP)-Les économistes tunisiens ont tous convenu de la nécessité pour la Tunisie d'adopter un nouveau modèle économique adapté à la réalité du pays, en tirant les leçons des expériences internationales.
Ce modèle a été débattu à l'occasion du colloque sur "La transition économique en Tunisie" (2 et 3 Mai à la Cité des Sciences), organisé par l'Association des Economistes Tunisiens (ASECTU).
Il est axé sur une approche participative, ciblant la garantie d'une forte valeur ajoutée ( transfert technologique et investissement dans les secteurs innovants), en vue d'ouvrir de nouveaux marchés devant les produits tunisiens. Ce modèle de développement nécessite la révision du système de l'enseignement et la promotion des ressources humaines.
Il doit répondre, selon M.Mohamed Haddar, président de l'ASECTU, aux exigences de la révolution du 14 Janvier 2011, en matière de lutte contre la marginalisation, de réduction des disparités régionales et de promotion de l'emploi.
Les experts ont été unanimes à souligner que le modèle de développement adopté par la Tunisie avant la révolution ne répond pas, en dépit de ses avantages, aux demandes et aux aspirations du peuple. Ce modèle basé, essentiellement, sur la main d'œuvre, les facteurs climatiques et la dévaluation du dinar, a crée des problématiques majeures en matière de développement régional et d'emploi.
Ils ont souligné la nécessité d'adopter un nouveau modèle progressif selon une démarche permettant de préserver les acquis et de réaliser les objectifs escomptés. Un changement radical peut mener au chaos, comme ça a été le cas pour l'Irak, a-t-ils avancé.
La manière de sortir de la dictature aura une influence considérable, selon eux, sur les divers opérateurs économiques, ce qui nécessite l'instauration d'une culture de tolérance et la sauvegarde de la mémoire collective.
Le nouveau modèle de développement est, aussi, tributaire des relations économiques de la Tunisie aux plans local, régional et international, à la lumière des relations historiques avec l'Europe.

Le G8 appelé à adopter des "plans d'action" pour la Tunisie et l'Egypte, selon Alain Juppé

La Tunisie et l'Egypte ont été invitées à participer fin mai à Deauville (nord) au sommet du G8 pour que les huit puissances les plus industrialisées adoptent des "plans d'action" et fassent réussir la transition à ces deux pays, a dit mardi Alain Juppé.
Devant l'Assemblée nationale, le chef de la diplomatie française a expliqué que le président en exercice du G8, Nicolas Sarkozy, avait invité ces deux pays à Deauville "avec un objectif très précis: mobiliser les grandes puissances pour qu'elles bâtissent des plans d'action qui vont permettre à ces deux pays de faire face à leurs difficultés économiques".
"La meilleure réponse que nous puissions apporter aux mouvements terroristes et extrémistes, c'est précisément de permettre à tous ceux qui aspirent à la liberté et à la démocratie de gagner cette transition qui n'est pas encore aboutie", en particulier en Egypte et en Tunisie, a précisé le ministre.
"Si nous les laissons s'enfoncer dans ces difficultés économiques, la transition politique sera menacée. Il est donc important que nous nous engagions à fond pour que les idées de démocratie et de liberté triomphent en Tunisie, en Egypte et fassent contagion à travers le monde arabe y compris en Syrie", a poursuivi Alain Juppé.
Le sommet du G8 (Etats-Unis, Russie, France, Grande-Bretagne, Allemagne, Japon, Canada, Italie) se tiendra les 26 et 27 mai.
Toujours devant l'Assemblée nationale, le chef de la diplomatie a aussi souligné que le roi du Maroc avait "su proposer des réformes audacieuses" dans son pays.
Après l'attentat de Marrakech, il faut que "nous manifestions dans ces circonstances notre soutien aux peuple marocain et autorités marocaines". "Dans le grand mouvement de libération des peuples arabes qui se manifeste aujourd'hui, le roi du Maroc a fait preuve d'une très grande capacité d'innovation", a fait valoir Alain Juppé.
"Il a su proposer des réformes audacieuses, il faut que nous les aidions à les mettre en oeuvre", a souligné le ministre.
Une bombe commandée à distance a soufflé le 28 avril un café, l'Argana, sur la place Jamâa El-Fna, haut lieu du tourisme à Marrakech, faisant 16 morts - dont 8 Français -, et 21 blessés. L'attentat n'a pas été revendiqué.

lundi 2 mai 2011

Tunisie : Sidi Bouzid, cent jours après...





Fiers du nouveau statut de leur ville, les Bouzidiens savourent leur victoire sur la dictature. Mais ils ne relâchent pas leur vigilance et attendent avec impatience les premières mesures destinées à relancer le développement local.
Chef-lieu du gouvernorat du même nom, dans le centre du pays, la ville de Sidi Bouzid, 40000 âmes, jouit désormais du statut de lieu de naissance de la révolution tunisienne. Ses habitants, descendants des Hilaliens, majoritairement issus de la tribu des Hammama, n’en sont pas peu fiers. Amoureux du verbe et de la métaphore, le grand poète tunisien Sghaïer Ouled Ahmed, un enfant de la ville, décrit à sa façon le sentiment qui habite les gens de Sidi Bouzid: « Quelques jours après la chute de Ben Ali, j’ai eu à me rendre au Liban pour un colloque littéraire. Quand l’avion s’est posé sur le tarmac de l’aéroport de Beyrouth, je me suis senti pour la première fois de ma vie supérieur à Hassan Nasrallah [chef du Hezbollah libanais, NDLR], seul leader arabe ayant défait l’armée israélienne. Lui continue de résister, moi j’ai vaincu. » Hasard de la géographie, pour rallier Sidi Bouzid depuis Tunis et Kairouan, la dernière ville que l’on traverse se nomme justement Nasrallah.
Les Bouzidiens sont-ils devenus des révolutionnaires permanents? Car si les Tunisiens ont « congédié » coup sur coup deux gouvernements transitoires, Sidi Bouzid, lui, a chassé trois gouverneurs depuis la chute du régime de Ben Ali. « La réaction de la population est compréhensible, explique Chiheb, 27 ans, animateur au sein de la société civile locale. Aucun d’entre eux n’est venu avec un budget adéquat pour financer de nouveaux projets ou débloquer ceux qui sont à l’arrêt. Les gouverneurs nommés se sont transformés en clercs enregistrant les doléances. Nous avons besoin de responsables ayant la capacité de trancher et disposant des moyens de leur politique. »
La question de la terre
Membre du conseil de la Haute Instance pour la réalisation des objectifs de la révolution, Sghaïer Ouled Ahmed renchérit: « Nous n’avons pas encore fait le deuil de nos morts, car de nombreux responsables de l’ancien régime sont encore en liberté, voire aux affaires, et l’euphorie révolutionnaire s’est très vite estompée sous l’effet de l’incertitude quant à l’avenir. » Objet d’une fatwa lancée par l’ouléma égyptien Youssef al-Qaradhaoui, Sghaïer Ouled Ahmed a toutes les raisons de redouter une victoire des fondamentalistes lors des prochaines élections. « Sidi Bouzid a accueilli en héros ses détenus islamistes après leur élargissement, s’inquiète Mongi, 53 ans, professeur de mathématiques. La misère est un terreau fertile pour Ennahdha. Quant aux salafistes, ils ont déjà pris le contrôle d’une mosquée, et le parti El-Tahrir [interdit, NDLR] dispose d’une section locale. » Islamistes, les Bouzidiens?
« Les origines arabo-bédouines de la population et leur vocation essentiellement agricole expliquent un certain conservatisme, analyse Lamine Bouazizi, 40 ans, historien. Sidi Bouzid a toujours été le théâtre de frondes contre l’autorité centrale: en 1864, lors du règne des beys; en 1906, pendant le protectorat français; en 1980, sous Bourguiba; et depuis 2005, contre le régime de Ben Ali. La révolution a certes été déclenchée par le sacrifice de Mohamed Bouazizi, qui s’est immolé le 17 décembre 2010, mais le feu couvait [al-nar chaala, en version originale, NDLR] depuis plus d’un an. » Au cœur de la contestation, le statut de la terre. Plus de 80 % de la surface de Sidi Bouzid est propriété de l’État. Les paysans qui travaillent la terre depuis des générations n’en ont pas l’usufruit. Et les terres agricoles exploitées ne peuvent pas servir de garanties auprès des banques pour obtenir crédits et financements. Pis, elles peuvent être retirées à l’exploitant sur simple décision de l’administration. « C’est un problème vieux de plus d’un siècle, explique un membre du gouvernement de transition de Béji Caïd Essebsi. Notre vocation est de gérer l’urgence et de préparer les échéances électorales. Quant à la situation foncière, elle fera certainement partie des priorités du prochain gouvernement. »
Dignité retrouvée
La région de Sidi Bouzid est l’une des plus pauvres du pays. Avec près de 35 % d’analphabètes, la ville détient paradoxalement le record national du nombre de diplômés-chômeurs rapporté à la population: 8000, loin devant Kasserine (6000), Jendouba (5500), Mednine (5000) et Siliana (4000), selon un classement établi par l’Union des diplômés-chômeurs (UDC). Mais si les Bouzidiens ont contraint trois gouverneurs à quitter leurs fonctions, les familles des martyrs de la révolution ont accepté des pouvoirs publics, pour chaque décès, un chèque de 20000 dinars (10000 euros). Sauf à Regueb, commune distante d’une vingtaine de kilomètres, autre pôle de la révolution tunisienne, qui pleure encore ses neuf morts, dont trois diplômés au chômage. « Nous estimons que ce gouvernement est un enfant naturel de l’ancien régime, affirme Moncef, et la charité du bourreau de nos enfants est malvenue. »
Îlot urbain en plein milieu d’un océan d’oliveraies et d’amandiers, Sidi Bouzid porte encore les stigmates de la révolution. Pas le moindre policier dans les rues, deux camions et un blindé léger marquent la présence de l’armée devant le gouvernorat. Dazibaos et banderoles habillent la place centrale, rebaptisée au nom de Mohamed Bouazizi. Le siège de la section locale de l’ancien parti au pouvoir, le Rassemblement constitutionnel démocratique (RCD), a été récupéré par des associations de la société civile. L’une d’elles, El-Karama (« la dignité », terme choisi par les jeunes de Sidi Bouzid pour qualifier leur révolution), a créé un cercle de réflexion associant toutes les catégories socioprofessionnelles toutes générations confondues pour débattre quotidiennement de la stratégie de développement de la cité. Chiheb en est l’animateur. En venant à notre rencontre, il détourne ostensiblement la tête d’une tente dressée depuis plus de huit jours à proximité du gouvernorat par une vingtaine de diplômés-chômeurs en grève de la faim. « Ils se sont battus pour avoir la liberté de mener leur combat, mais je ne suis pas un adepte du “tout et maintenant”. Je suis sorti du slogan “Dégage!” pour adopter celui de “bledi triguel” [“que mon bled se règle”, autrement dit “se stabilise”, NDLR]. Par bled, j’entends ma ville, ma région et mon pays. »
Conscience citoyenne
Membre de la section locale de l’UDC, Adib Aïssaoui, 29 ans, diplômé de lettres arabes depuis 2009 qui vit d’expédients et de boulots précaires (centres d’appels, cours de soutien scolaire…), désapprouve l’action des grévistes de la faim: « Je ne condamne pas le recours à l’ittisam [le fait de se distinguer, NDLR], mais la dynamique révolutionnaire ne peut s’embarrasser de revendications individuelles. » Pour Chiheb, il y a tant à faire que les énergies ne doivent pas se disperser: « Nous nous battons autant pour obtenir une révision du statut de la terre que pour la réhabilitation de la zone industrielle de la ville transformée par l’incompétence de nos dirigeants en simples dépôts et hangars pour entreposer des marchandises d’origine douteuse. » L’aménagement de la ville est également une priorité pour les jeunes révolutionnaires. « Sidi Bouzid compte vingt-deux décharges sauvages de déchets urbains et pas le moindre centre d’enfouissement. À moins de 200 m à vol d’oiseau du gouvernorat se trouve la seule unité industrielle de Sidi Bouzid. Il s’agit d’une usine d’aliments pour bétail dont les rejets polluants menacent la quasi-totalité de la population. »
Marches et sit-in, grèves et manifestations ralentissent l’activité économique de la région. Mourad est entrepreneur au chômage technique. « J’exploite plusieurs carrières d’agrégats, mais l’instabilité politique qui règne m’a contraint à suspendre mes activités. J’ai peur pour mes ouvriers et pour mes équipements. Résultat: une centaine d’employés au chômage et un avenir incertain pour l’entreprise. » Mais si l’économie tourne au ralenti, la vie politique est trépidante. Au café ou au lycée, dans l’unique bar ou à la mosquée, dans le bidonville de Hay el-Khadra ou au Mountazeh (parc de loisirs réduit à un immense espace vert mal entretenu), Sidi Bouzid ne parle que des prolongements de sa révolution. Conséquences nationales ou lointaines (Égypte, Libye ou Syrie), les Bouzidiens fêtent comme il se doit le recouvrement de leur liberté d’expression. Ils n’arrêtent pas de débattre du choix du mode de scrutin pour l’élection de l’Assemblée constituante (prévue le 24 juillet), de l’identité du prochain gouverneur, du projet de société pour la Tunisie de demain, ou encore du passé de la ville, avec son lot de jacqueries successives. « Nous avons contribué à faire sauter, à 3000 km de distance, un dictateur en place depuis trente ans, affirme Lamine, en référence à Hosni Moubarak, emporté par un mouvement populaire inspiré par Sidi Bouzid. Mais nous sommes incapables d’obtenir la tête d’un haut fonctionnaire de l’administration locale! »
Reflux d’émigrés
Les débatteurs dévorent la presse, boivent café sur café, grillent cigarette sur cigarette. Les échanges sont aigres-doux. Les rares militants de partis politiques tentent de convaincre lors de meetings improvisés sur la place centrale. L’assistance les écoute sans trop y croire. Le Comité de défense de la révolution, qui regroupe partis et associations de la société civile, se réunit quotidiennement et concentre les divergences d’opinions et d’intérêts. Quand ces derniers se sont exacerbés, un comité parallèle a vu le jour... Et vogue la révolution. Avec ou sans gouverneur, l’administration, elle, s’efforce de demeurer fonctionnelle dans un climat de contestation permanente.
Autre particularité de Sidi Bouzid: c’est la principale région pourvoyeuse de main-d’œuvre tunisienne en Libye. Les événements meurtriers qui secouent la Jamahiriya ont provoqué le retour massif de ces émigrés. « Sur les 35000 Tunisiens résidant en Libye, 7000 sont de Sidi Bouzid, nous indique un employé du gouvernorat, soit 1 sur 5. Aujourd’hui, [le 6 avril, NDLR], nous avons enregistré le 2 800e réfugié de Libye. Tous ceux qui sont en mesure de prouver qu’ils ont résidé dans ce pays depuis plus de six mois ont droit à une aide de l’État de l’ordre de 600 dinars. C’est bien sûr insuffisant, mais les pouvoirs publics n’ont pas les moyens de faire plus. » Un reflux qui devrait, hélas, consolider l’autre statut, moins enviable, de Sidi Bouzid: celui de place forte du chômage.

Túnez, intensamente humano, intensamente hermano

Amigo lector, es posible que usted conozca a algún visitante de Túnez que ha ido en uno de tantos viajes de entretenimiento comercial. Hasta ahora las multinacionales promotoras de tales viajes hacían creer que la cartera de algunos ciudadanos occidentales se podía permitir cualquier viajecillo basado en el desconocimiento absoluto de la vida del pueblo tunecino. Ahora, es posible pensar que lo acontecido en Túnez ha cambiado la perspectiva sobre aquél país, el gobierno que tenía, y su pueblo, a muchas de las personas que han ido y pensaban ir del avión al hotel y poco más para volver en avión. Refocilarse en un lujo superficial y a costa de otros hace más inútiles, más cínicos y más insensibles a quienes participan del comercio de la clase enriquecida a costa de ejercer la tiranía sobre el pueblo, a costa de mercadear con las riquezas éste y su fuerza de trabajo. Aún recuerdo un programa de TVE en el que hablaba un director de hotel subrayando la calidez de la atención en aquel recinto subido de lujo occidental, ajeno al mundo exterior; el director del hotel quería dar la impresión de que allí el turista podía ser el rey de todo ¿De qué todo? Seguro que aquella corruptela le valió algún visitante más. ¿Quién será y qué habrá sido de ese personaje tan atildado, si tenemos en cuenta que todos los negocios en Túnez eran de la familia Trablesi, la familia del dictador? ¿Quién viajó hasta Túnez como consecuencia de las palabras de aquél individuo, comerciales, huecas, extrañas a la más pequeña sensibilidad social?

Les invito a conocer Túnez, Túnez del pueblo, Túnez de la revolución, Túnez vivo, digno y en lucha contra la dictadura sostenida por los gobiernos europeos, EEUU e Israel. Les invito a conocer al pueblo de Túnez en lucha por la libertad y la justicia social. Nuestra guía de viaje se titula “Túnez, la Revolución”, sus autores son José Daniel Fierro y Alma Allende (Santiago Alba Rico); el primero es periodista y miembro del Consejo Editorial del diario Rebelión  y, Alma Allende es el seudónimo empleado por Santiago Alba Rico para firmar sus crónicas desde Túnez. Santiago Alba Rico es filósofo y escritor que no deja de reflexionar sobre la realidad en que vivimos, y apuntar caminos que ponen en alto la conciencia social; le doy aquí algunos de sus últimos títulos publicados: “Vendrá la realidad y nos encontrará dormidos”, “Partes de guerra y prosas de resistencia” (Editorial Hiru), “Leer con niños” (Editorial Caballo de Troya), “Capitalismo y nihilismo” (Editorial Akal), “Noticias” (Caballo de Troya).
La “guía de viaje”, “Túnez en Revolución” nos pone en el día en que el joven Mohamed Bouazizi se prendió fuego, en protesta por el trato y las condiciones de vida miserable a las que el régimen sometía al pueblo trabajador. Después nos adentramos en las movilizaciones, desde el 16 de enero hasta el 3 de marzo, fecha en la que se consigue la reivindicación que en la lucha fue haciéndose núcleo principal de las protestas: la Asamblea Constituyente y la convocatoria de elecciones.
El tirano Ben Alí con su clan familiar, asimilado al capitalismo europeo y estadounidense ejercía su dominio desde una posición feudal por las armas suministradas por tales aliados, entre ellos el gobierno español. La alegría que les causaba la explotación en Túnez dio lugar a que su Fondo Monetario Internacional (FMI) declarara al país ejemplo de economía capitalista, y por eso mismo el Foro Económico Mundial para África lo elogiaba como el más competitivo “del continente”. El gobierno dictatorial envuelto en el celofán del capitalismo fue presentado por sus padrinos muy poco antes del levantamiento popular con varios premios: la Copa de África, el Mundial de Balonmano, y una Cumbre de la Información; cualquiera de ellos y todos a la vez eran una burla, un sarcasmo, un desprecio absoluto por la verdad y la justicia, es curioso que todo esa gala la publiciten sus protectores en medio de la prohibición de toda información, ni hablada ni escribita, hasta ser declarado el 2º país del mundo con mayor censura informática. Y, por ejemplo, ¿los periódicos españoles hablaban de ello?.
Una gota puede desbordar el baso, y esa gota lo desbordó cuando a Mohamed Bouazizi, un joven ejemplo de los jóvenes de Túnez por su condición de parado, la policía le robó su carrito de verduras con cuya venta llevaba algún dinero a su familia, después le abofetearían humillándole todavía más. Sumido en la desesperación y la impotencia, desde la absoluta miseria, se prendió fuego. Los crímenes del régimen, con el grito de Mohamed Bouazizi, se verían enfrentados por la población.
“El 17 de diciembre –nos dice Santiago Alba Rico en la Introducción- una chispa iluminó de pronto el monstruo y reveló asimismo, como explica el sociólogo Sadri Khiarique, “no hay servidumbre voluntaria sino solo la espera paciente del momento de la eclosión”. Para entonces, policías y militares ya habían asesinado a 100 personas en todo el país.
Se abre la que hemos denominado “guía de viaje” con las “Crónicas de José Daniel Fierro”; primera fecha, 16 de enero. La revolución está en marcha y Ben Alí ha escapado de Túnez. Hasta el último momento los capitalistas europeos y estadounidenses con sus jefes de gobierno le mandaban su apoyo públicamente, le llegaron a ofrecer fuerzas de policía y militares. Más allá de los gobiernos, una ministra francesa hizo un viaje particular para ver la manera de proteger sus negocios. Teniendo perdida la batalla, la misma policía se echó a la calle a saquear establecimientos. El pueblo de Túnez se enfrentaba a su verdugo, y como nos dice José Daniel fierro: “Occidente, mientras tanto, guarda silencio”.
Las sucesivas crónicas de José Daniel Fierro, tituladas “Reflexiones sobre la memoria”; “…sobre el compromiso”; “…sobre la barbarie”; “…sobre la esperanza”; “…sobre el valor”; “… sobre la higiene (democrática)”; “… sobre el orgullo”; “…sobre la perspectiva “; y “…sobre la camaradería”, recogen lo esencial, por cada uno de estos conceptos, de lo acontecido y las ideas expresadas por los revolucionarios y su pueblo en esos días. El nombre de Mohamed Bouazizi se pronuncia con fervor, y en el aeropuerto de la capital arrancan y destrozan el del dictador, que lo titulaba, y ponen el de ese muchacho que con su vida impulsó la conciencia social. “La memoria es la inteligencia de los pueblos que recuerdan de dónde vienen y saben a dónde se dirigen”, nos dice el autor.
Luego nos mostrará escenas en las que el control de la situación lo tienen “jóvenes, adultos y ancianos” en las calles y los barrios formando “milicias populares”, y es la policía la que obedece. Nos pondrá al corriente del asesinato del foto-reportero franco-alemán Lucas Mebrouc, al que un policía le disparó a bocajarro una granada lacrimógena. Su muerte ha sido precedida por múltiples castigos de torturas y cárcel por “asociación criminal” a periodistas tunecinos que escribían sobre lo que venía aconteciendo desde hace años. Por otro lado, aún en esos primeros días de la revolución, la televisión seguía emitiendo fútbol y programas basura.
Poco antes, en el 2008, Sarkozy miraba su cuenta corriente y declaraba: “Hoy (en Túnez) progresa el espacio de libertades”. Pero es que Strauss-Kahn, jefe del FMI, socialdemócrata, declaraba sobre el gobierno dictatorial de Túnez: es “un buen ejemplo para los países emergentes”, y consideraba “muy positiva” su política. Strauss-Kahn, socialdemócrata, como el tal Ben-Ali. ¿Conoce usted más socialdemócratas? En Túnez privatizaron la riqueza del Estado, y sumieron a la población en la pobreza, corrompiendo de paso toda la red social.
Con esa historia detrás, en los días de revuelta se corre la voz de la destrucción masiva de documentos por parte de la policía. Los ladrones de siempre sacan el dinero del país; la prensa, dirigida en su intento de distracción, se llena de asuntos morbosos. Mientras, la solidaridad del pueblo tunecino abre espacios inimaginables, las palabras de la madre y el resto de la familia de Bouazizi van de boca en boca: “Estoy orgullosa de lo que hizo. Es bueno saber que mi hijo tuvo un papel en cambiar las cosas” “Rezo para que el pueblo tunecino no pierda esta oportunidad para la revolución. “Todos le tenemos un gran respeto. Es el verdadero líder de nuestra revolución, el héroe de la juventud. Se sacrificó por sus derechos y por los de los demás”.
Terminadas las crónicas de José Daniel Fierro vienen al lector las de Alma Allende-Santiago Alba Rico, haciendo una aclaración previa, Alma es el acrónimo de Alba Martínez, que escribió la primera de las crónicas, y Santiago Alba lo mantuvo “para seguir cubriendo la revolución tunecina desde otro cuerpo”.
Santiago Alba Rico comienza el 13 de enero a mostrarnos al pueblo superando obstáculos, sus conquistas sobre los gobiernos reaccionarios que se suceden, el desgaste que deja ver la falta de organización política en el campo revolucionario, los pasos atrás por las presiones y componendas de los reaccionarios burgueses, la situación en el conjunto del país, donde el drama del pueblo trabajador, minero-campesino, es insoportable, generalizadas el hambre y las enfermedades, como el cáncer producido por los fosfatos, y el otro cáncer, el del paro, y, sin embargo, brilla con luz propia la labor desarrollada en ciudades como Redeyef por la organización social y política de los trabajadores. La crónica de cada uno de los días –del 13 de enero al 6 de febrero, y luego el paso rápido por los últimos días hasta el 3 de marzo- es una síntesis de esos conocimientos políticos, tácticos y estratégicos: 13 de enero. Todo se precipita. Día 14 de enero. Las fotos de Ben Alí arden por toda la ciudad. 15 de enero. Huelga general. “Ministerio del Interior, ministerio del terror”. “Moriremos, moriremos para que viva la patria”. Se lucha en todo Túnez. El gobierno de EEUU y los gobiernos europeos están desconcertados. El pueblo tiene grandes esperanzas. La lucha de los trabajadores en todo Túnez hace caer el muro desinformativo. Hay cambios. Pero también empieza el terrorismo policial en la noche, e inmediatamente el pueblo responde con la organización de comités de defensa.
Santiago Alba Rico introduce poco antes de terminar un nuevo factor de reflexión, lo ocurrido en Libia, que por aquellos días se presentaba como otra revolución popular, para entonces ya se había producido el levantamiento en Egipto, y estaba encendida la mecha de Barheim. Transcurrido el tiempo de todos son conocidas algunas cosas más sobre Gadafi, sus torturas y negocios con EEUU, Europa e Israel, pero también las colaboraciones de éstas mismas potencias con la resistencia al régimen: asesores militares, venta de armas, bombardeos a la población, intervención de la CIA, apertura de oficinas diplomáticas del autoproclamado gobierno, y petróleo, venta de petróleo mediante barcos de países interpuestos. La revolución se mueve, la reacción también.
Inmediatamente después se nos comunica la noticia de la creación del gobierno que se ha formado en Túnez -los revolucionarios han hecho caer hasta tres- que anuncia, con la boca pequeña, que la principal reivindicación de los revolucionarios, la convocatoria de una Asamblea Constituyente se va a llevar a cabo, y las elecciones se celebrarán el 24 de julio. El gobierno, muy tibio, ha asumido la reivindicación después de que el pueblo haya vuelto a tomar la Qasba el día 25 de Febrero. La Qasba ha sido el lugar de asentamiento del pueblo de Túnez en lucha contra sus enemigos internos y externos, ha sido el centro en el que se encaramó la revolución empujada desde todas las poblaciones, ha sido el lugar donde estaba ubicada la escuela política para los trabajadores llegados de todo el país, allí es donde se mostraba su resistencia con un alto nivel organizativo, donde se terminó de una vez con la represión policial y desde donde se rechazaron las migajas que los negociadores reformistas y los descendientes del régimen.
No es una revolución “de blogueros y cibernautas” como escribió el reaccionario Bernard Henri-Levy, consejero de guerra de Sarkozy, es una revolución de proletarios y campesinos; “la revolución nace en Sidi Bouzid, el lugar más agrícola, más atrasado, más cerrado, del país. … El primer golpe contra el régimen se propina desde una mentalidad feudal, no desde la marginación del paro urbano más o menos cualificado, como se pretende”, señala a Santiago Alba, Redha, abogado bien conocido por su defensa de los trabajadores en las huelgas desde 1986, año de grandes luchas en las minas de fosfatos. La herramienta cibernética empleada en algunas zonas, ha jugado un papel limitado, han sido los obreros y campesinos quienes echaron a perder las maniobras del gobierno de EEUU, que ha cambiado a su embajador para instalar en Túnez al que estaba en Iraq, echaron a perder las maniobras de los gobiernos europeos, la UE, cuyo portavoz de política exterior, Catherine Ashton, declara entonces que ya se ha puesto de acuerdo con el nuevo ministro de asuntos exteriores del país en revolución, “para asegurar que los intereses fundamentales de Europa y Túnez –la liberalización de la economía y el control de la emigración ilegal- se mantengan a pesar del cambio de gobierno”, y echaron a perder las maniobras de Israel, que ve en la revolución tunecina un desencadenante del apoyo al pueblo palestino y una pérdida de su influencia en la zona; Israel, aunque no disponía de embajada en el país sí tenía oficina comercial y por debajo sostenía con el tirano importantes acuerdos; lo último es que el gobierno sionista ha emprendido una campaña invitando a salir de Túnez a los judíos que allí viven y vayan a instalarse en territorio ocupado por Israel al pueblo palestino. La respuesta por parte de los judíos tunecinos ha sido completamente negativa, afirman querer seguir en su tierra, son tunecinos. Los tres aliados de Ben Alí contaban con las fuerzas represivas del tirano, la burguesía corrupta y el aparato burocrático sindical, y se han visto sorprendidos por el hundimiento tan rápido de sus colaboradores.
Antes de la convocatoria para la Asamblea Constituyente, el horizonte se configuraba entre dudas, un interlocutor de Santiago Alba Rico en la ciudad de Gafsa, a escasos días del final mencionado, le dice: “-Ahora hay un poco más de libertad para expresarse… nos permiten hablar de revolución, pero no hacer la revolución. No hay dictador, pero sí dictadura. … sigue habiendo presos políticos,…”. Redha, el abogado, expone a Alba Rico una metáfora muy inquietante del momento que se vive: “- Yo he visto cambiar de piel a una serpiente. Durante tres días, mientras produce una nueva desde su interior, está desnuda, expuesta a todos los peligros; es vulnerable. Es y no es una serpiente. Debe protegerse del calor y del frío. No puede atacar a nadie; no puede ni siquiera comer. Pero si no se le corta la cabeza en ese momento de debilidad absoluta, ya no hay nada que hacer. La serpiente va recuperando fuerzas poco a poco, se arma de nuevo y recobra su agresividad. Lo que hay ahora mismo en Túnez no es una revolución; es una dictadura que cambia de piel. … La serpiente se rearma muy deprisa. Pero al mismo tiempo no tiene más remedio que hacer concesiones todavía. El gobierno, por ejemplo, se ha visto obligado a firmar dos protocolos internacionales muy importantes: el relativo al Tribunal Penal Internacional y, más importante aún, el Pacto de Derechos Sociales, Económicos y Culturales de la ONU, del que están ausentes casi todas las grandes potencias. Es y no es una serpiente, digo, y que lo sea o no es cuestión de tiempo. Es cuestión del pueblo. … Los intelectuales de izquierdas tienden a representarse un pueblo puro, revolucionario, y a sufrir por eso grandes decepciones. Pero el pueblo no es una construcción intelectual. El pueblo tunecino es como todos los pueblos: está lleno de vicios, defectos, mezquindades y tiene que cargar además con su propia historia reciente. Es rebelde, pero no revolucionario; y por la misma razón que se enciende rápidamente también se someterá enseguida. Nos encontramos, pues, en una encrucijada kafkiana. La serpiente está desnuda y hay que ejercer presión popular, pero esa misma presión popular, sin dirección ni programa, puede abortar la revolución. … El gobierno de Ben Alí, además, implicó a todo el mundo en su corrupción, de los más pequeños a los más grandes, y es con ese material con el que hay que hacer la revolución. No hay otro y de nada sirve engañarse. … Si no le cortamos la cabeza a la serpiente ahora, estamos perdidos. Y la paradoja sin fácil solución es ésta: si la revolución se para volvemos al punto de partida. Pero si no nos paramos para reflexionar y organizarnos, su propio movimiento la hará pedazos. No estamos haciendo la revolución, la estamos sencillamente padeciendo”.
A continuación, Santiago Alba se interna por el país y nos enseña la situación día a día en la que viven los trabajadores, cómo lo explican ellos mismos, cuáles son sus urgencias, cómo han llegado a una sociedad por hacer; nos muestra el territorio y su vivencia, el estado político conquistado o en vías de conquista, una realidad completamente desconocida para los visitantes: Hay ciudades liberadas como Redeyef, allí un dirigente revolucionario comenta: “…estamos tratando de establecer una dirección regional única con otros pueblos de la zona. Pero no hay que olvidar que de nada sirven las negociaciones y acuerdos entre direcciones locales si no se es capaz de convencer y movilizar al pueblo. La revolución está incompleta y sólo podremos completarla combinando organización y movilización”. Hay otras ciudades con una tradición histórica de lucha, como Gafsa, y las hay que viven el momento histórico en la desesperación de su nacimiento organizado, así ocurre en Moulares. La oportunidad para el pueblo trabajador tunecino es única, y, el peligro reaccionario también está latente. Con ésta guía, el lector no dejará de asombrarse, de emocionarse, de reflexionar momento a momento hasta la última frase: “Túnez es ya otro país”, y usted al terminar de leer es ya otra persona.
Título: Túnez, la Revolución.
Autores: José Daniel Fierro, y, Alma Allende (Santiago Alba Rico)

Si la Tunisie s'effondre, l'Europe s'écroulera

Pourquoi l’Europe a–t-elle intérêt à ce que la Tunisie ne s’effondre pas ? Non pas parce qu’elle est généreuse (et elle l’est) mais parce qu’il en va de ses intérêts sécuritaires, économiques et politiques ! En un seul mot, il en va de sa pérennité.

Il faut d'abord rétablir quelques vérités au sujet de le générosité européenne. L’Europe refuse de s’engager sérieusement financièrement dans l’accompagnement de la Tunisie vers la transition démocratique. Ce mutisme européen est un fait qui constitue une erreur fondamentale. Certains avançant même que l’Europe n’a jamais aidé financièrement l’Afrique et encore moins la Tunisie. Pourtant, pour être honnête, il faut souligner que ces critiques ne sont pas totalement vraies. On ne peut passer sous silence l’aide passée de l’Europe en direction du continent africain.
Effectivement, il faut être plus nuancé ; si nous verrons plus loin pourquoi elles sont compréhensibles, ces critiques ne sont pas totalement justes. Sans rentrer dans les détails, il faut souligner que l’Union Européenne, durant les trente dernières années, à beaucoup aidé financièrement les pays du Maghreb et par conséquence la Tunisie. Des centaines de millions d’euros ont été alloués à des domaines aussi divers que l’Education, la construction de voies de communication, l’assainissement des eaux…..
Mais pourquoi ces critiques sont-elles alors compréhensibles? Pour deux raisons. :
• Tout d’abord, l’Europe a certes alloué des fonds mais le contrôle qui en a été fait fut si faible qu’une grande partie a été détournée pour enrichir quelques personnes. Preuve en est que sur le terrain, les bénéficiaires légitimes n’ont jamais vu l’utilisation concrète des sommes prêtées ou données par l’Union européenne.
• La deuxième raison explique dans une certaine mesure cette absence de contrôle. Ceux qui auraient dû être contrôlés dans l’utilisation des fonds, les dirigeants corrompus, garantissaient ce qui était le plus important aux yeux de l’Europe, à savoir empêcher l’immigration clandestine d’atteindre l’Europe et circonscrire la menace islamiste. Pourtant, l’immigration clandestine ne s’est jamais réellement arrêtée et la menace islamiste (le plus souvent exagérée) a surtout permis d’étouffer toute velléité démocratique des forces d’opposition diverses (presse, syndicats et partis politiques).

Pourquoi l'Europe doit-elle aider la Tunisie ?
Un petit retour en arrière dans l’histoire de l’Europe s’impose. Le 5 mai 1947, Georges Marshall, homme d’état américain, lance le programme de relèvement de l’Europe (European recovery program) plus connu sous le nom de « plan Marshall ».
Pourquoi les américains se sont-ils lancés dans ce  coûteux programme ? Eux qui avaient déjà dépensé, avant ce plan, pendant les deux années qui ont suivi 1945, l’équivalent de 15 milliards de dollars (pour maintenir plusieurs pays européens à flot et surtout l’Allemagne, elle qui remboursait une dette de guerre énorme à l’URSS).
Les Etats-Unis ont donc été sans conteste généreux mais avaient-ils simplement un objectif philanthropique ? Bien évidemment non et c’est là ou le parallèle avec la Tunisie doit être fait car les Etats-Unis ont évité pour eux ceux que l’Europe semble ignorer pour elle.

Le soutien économique pour contrecarrer tout idéologie populiste et hostile aux intérêt de l’Europe

Avec ce plan, les américains voulaient éviter que les régimes européens s’effondrent, que les peuples se révoltent parce qu’ils ont faim, et que l’idéologie totalitariste communiste, récupère la mise.
Les européens doivent bien réfléchir avant de laisser la Tunisie seule face à son destin. Ils doivent la soutenir économiquement dans le cadre d’un vaste plan d’aide. Le phénomène est connu, le lit de tous les extrémismes est la pauvreté. L’histoire, pas si ancienne que cela de l’Europe, en est un bon exemple. Les régimes fascistes européens ont été concomitants à des périodes de crise.
Les tunisiens sont éduqués, instruits et possèdent une ouverture d’esprit reconnue mais, sans aide, comme tout naufragés en détresse, ils se raccrocheront à tout radeau, fusse t’il extrémiste, pour ne pas se noyer.

Contrôler l’utilisation de l’argent

Les Etats-Unis voulaient arrêter la charité à fond perdu donnée aux européens mais qui ne leur profitait pas toujours car détournée. Ils voulaient investir dans des grands projets à long terme permettant la remise à flot de l’économie européenne. Ils voulaient rendre autonomes les Etats européens. Pour cela, il ont conditionné le versement des aides au respect de règles de contrôle strictes quant à leur réalisation. En ces temps de crise, le problème des européens est que vue l’état de leurs finances, ils sont réticents à dépenser,  à fortiori  s’ils ne sont pas sur de la bonne destination des fonds. Comme dans le cadre du plan Marshall, ils peuvent aisément prévoir des mécanismes de contrôle qui conditionneraient strictement les aides versées au respect d’objectifs précis. Mais venons en  au point essentiel.

Le risque de la fin de l’aventure européenne

Avec le plan Marshall, les Etats-Unis voulaient assurer la sécurité en Europe gage pour eux d’un développement du commerce pour écouler leurs marchandises, films et produits divers. En effet, la faiblesse de l’Europe impactait directement leur économie et par conséquent leur stabilité sociale intérieure.
C’est sans doute le point le plus important pour l’Europe. L’effondrement de la Tunisie, ne constituera sans doute pas une grande perte pour l’écoulement des marchandises européennes contrairement à ce qui s’est passé à la fin de la seconde guerre mondiale. Le risque est plutôt inverse.
En effet, la stabilité économique et sociale européenne sera impactée car d’importants flux migratoires se dirigeront vers l’Europe si la Tunisie s’effondre. l’Etat tunisien s’affaiblira sans doute rapidement en raison du tarissement des ses moyens financiers pour fonctionner et maintenir ses organes de sécurité (police, armée, douanes).
A quelques heures de bateaux de l’Europe, la Tunisie, comme la Somalie , serait le point de départ de tout ce dont ne veut pas l’Europe. En tous cas, ce qui est sur, c’est qu’elle sera le point de départ de tous les clandestins du Maghreb et de l’Afrique dans sa direction.

Bien évidemment, comme vous le savez, tout cela n’est pas qu’un scénario de fiction destiné à faire peur car il a déjà commencé à se réaliser. Ainsi, ce ne seront donc pas quelques centaines d’immigrants auxquels il faudra faire honteusement la chasse en plein Paris mais des milliers. Quelle seront les réactions dans le Monde face à ces comportements hostiles aux immigrés clandestins ; quelle image l’Europe donnera t-elle ?
Et même si, retrouvant ses esprits, l’Europe les accueillaient dignement, en aurait elle les moyens quant il s’agira de milliers d’immigrants arrivant chaque jour sans que l’on sache quand le flot s’arrêtera. Bref, face à ces risques sécuritaires, économiques et sociaux, l’Europe résistera t-elle ou commencera t-elle à se déliter comme elle commence d’ailleurs déjà à le faire avec la remise  en question des accords de Schengen suite à  l’arrivée des quelques centaines d’immigrants tunisiens ?

Est-il réellement dans l’intérêt de l’Union européenne de ne pas aider la Tunisie avec un plan de relance digne de ce nom ? Qu’est-ce qui lui coûterait le plus cher ; agir préventivement aujourd’hui en soutenant la Tunisie ? Ou s’abstenir et faire face demain aux extraordinaires conséquences qui en découleraient ?

A part aider la Tunisie, quelles solutions l’Europe serait-elle tentée de mettre en place pour faire face à ce problème tunisien ?
Bien évidemment, il y a une solution connue de tous et qui a fonctionné pendant des décennies. A savoir, s’accommoder d’un président-dictateur (gardien de prison à l’échelle d’un pays), brimant son peuple et les libertés fondamentales sans qu’on ne le critique trop fort, à condition qu’il empêche tous les pauvres de son pays d’immigrer. Cette solution a de moins en moins de chances d’être envisageable. Le fait est que la Révolution tunisienne est passé par là et que les peuples sont, ces temps-ci, très en forme pour licencier sans préavis leur tortionnaire en chef. Surtout qu’il serait désormais mal vu pour un dirigeant européen, comme ce fut le cas dans le passé, d’aller « tapoter » sur le dos d’un dictateur en le louant comme si de rien n’était.
La seconde solution, celle que semble privilégier actuellement l’Europe, est de se retrancher dans une forteresse en investissant dans des solutions sécuritaires qui ne marchent pas et qui n’ont comme seule conséquence que d’enrichir les entreprises qui proposent ce type de solutions. Voilà d’ailleurs en réalité où se trouvent les dépenses à fond perdu pour l’Europe !. Dans combien de bateaux, avions, moyens humains faudra il investir pour contrôler les milliers de km carrés de la Méditerranée ? Et pour quel résultat d’ailleurs ?

En fait, la meilleure solution, encore une fois, est d’aider les tunisiens à vivre dignement dans leur pays. Si des jeunes affrontent une mer méditerranée déchaînée dans des barques fragiles, ce n’est pas pour s’offrir des sensations  mais parce qu’ils risquent de mourir de faim chez eux. Si l’on investit massivement en Tunisie, tout en contrôlant, encore une fois l’argent investi, la Tunisie ne s’effondrera pas, se développera économiquement et l’on diminuera le flot d’immigrants. L’immigration existera toujours mais dans proportions raisonnables et surtout gérables.

Pour paraphraser Victor Hugo, l’histoire tunisienne est en marche et rien ne pourra l’arrêter. Mettre ses deux mains devant ses yeux pour se cacher cette réalité n’y changera rien. Faire face en gesticulant de manière populiste parce que des élections sont proches non plus. Ne pas aider la Tunisie, c’est non seulement rater ce grand rendez-vous de l’Histoire mais c’est surtout s’exposer à des risques sécuritaires et  économiques réels. L’Europe n’y résisterait pas.
Accompagner la Tunisie vers la Démocratie, la soutenir financièrement, c’est non seulement renforcer ses liens avec un pays déjà ami, conforter sa zone d’influence, mais c’est surtout, comme aux échecs, s’assurer à l’avance d’une fin de partie gagnante.
Le temps presse. Il faut agir rapidement et mettre sur pied un plan « Marshall » pour la Tunisie. Un plan gagnant/gagnant.