Mientras Túnez acoge a cientos de miles de refugiados en sus hogares, la Unión Europea hace problema con el reparto de 22.000 inmigrantes -cuando precisa unos 500.000 para compensar el déficit demográfico-, y a punto está de reconstruir las fronteras interiores. Rechazo del inmigrante que cultivan los que explotan el miedo: derecha extrema que tira de los partidos conservadores al frente de una Europa insolidaria y del desconcierto frente al futuro.
Aquí, donde sobra un millón de viviendas, incluidas las VPO, ni pensar en dotar las suficientes para acoger a esta gente, que se las arreglan en infraviviendas y pisos patera que rentan a algún españolito, o al cielo raso. Nos aplicamos a hostigarlos: no entran en el padrón si tienen menos metros cuadrados por persona; el contrato del PP de "costumbres culturales"; empujados a la marginalidad por el desempleo, rehenes de empresas que ni les pagan o de mafias que les obligan a trabajar en la ilegalidad. Nos dan tres veces más de lo que reciben.
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