Para el presidente Barack Obama, la muerte de Osama bin Laden es más que un hito en la década que Estados Unidos ha pasado combatiendo el terrorismo. También es una oportunidad de reformular su respuesta a la insurrección en el mundo árabe.
Funcionarios de la Administración norteamericana dijeron que el presidente está impaciente por aprovechar la muerte de Bin Laden para darle forma a una teoría unificada con respecto a las insurrecciones populares de Túnez a Bahréin; movimientos que tienen hilos en común pero también características dispares y que, con frecuencia, han generado respuestas diferentes por parte de Estados Unidos.
La primera señal de este "nuevo comienzo" podría llegar el jueves, cuando Obama dará un discurso sobre Oriente Medio en el que buscará poner la muerte de Bin Laden en el contexto de la transformación política más extensa de la región.
El mensaje, dijo uno de sus asesores de seguridad nacional, Benjamin Rhodes, será que Bin Laden es el pasado; lo que está ocurriendo en la región es el futuro. "Comprensiblemente, el reflector de la atención siempre está sobre cualquier país en el que la situación vaya peor", dijo Rhodes. "Lo importante es tomar perspectiva y decir: `La trayectoria del cambio va en la dirección correcta`".
De cualquier forma, si bien la muerte de Bin Laden pudiera ofrecer un inusual momento de claridad, tiene implicaciones menos evidentes para los cálculos estratégicos de EE.UU. en la región.
Algunos funcionarios de la Administración argumentan que este golpe a la red Al Qaeda le da a EE.UU. la chance de inclinarse en mayor medida por el cambio político, ya que vuelve menos probable que Egipto, Siria y otros países se inclinen hacia el extremismo islámico.
No obstante lo anterior, oficiales de alto rango destacan que Oriente Medio aún es un área complicada: la muerte del líder de Al Qaeda no borra la amenaza terrorista en Yemen, en tanto países como Bahréin están convulsionados por rivalidades sectarias que nunca tuvieron mucha relación con el mensaje radical de Bin Laden. La Casa Blanca informó que seguía estudiando las implicaciones estratégicas país por país.
Incluso antes del sorpresivo ataque sobre Bin Laden, dijeron oficiales, Obama buscaba formas de vincular los hechos en Oriente Medio. En la Casa Blanca habían considerado un discurso en el cual el presidente vincularía la conmoción con las estancadas negociaciones de paz entre israelíes y palestinos. El plan actual radica en que Obama mantenga el enfoque sobre los cambios mayores en el mundo árabe.
ESTUDIO. Desde los primeros días de protestas en Túnez, Obama ha equilibrado su deseo de trazar una amplia narrativa árabe con la necesidad de evaluar a cada país bajo sus propios términos. Ha hecho malabares con los mismos impulsos idealistas y realistas que han marcado su enfoque hacia temas nacionales.
En Egipto, por ejemplo, sus confidentes dicen que él decidió presionar por la salida del presidente Hosni Mubarak desde las primeras etapas, en contra del consejo de sus asesores, después de haber visto el desafiante mensaje de Mubarak por televisión en una pantalla de la sala de información conocida como Situation Room.
Incluso en ese momento, dijeron, él temía que los sueños de jóvenes activistas, como el ejecutivo de Google Wael Ghonim, serían defraudados por la intermitente transición hacia la democracia.
Thomas E. Donilon, asesor de seguridad nacional, dijo que Obama estaba igualmente inmerso en todos los países árabes que atraviesan insurrecciones políticas. "El presidente, en cada uno de estos casos, realmente ha sido la principal fuerza intelectual en estas decisiones, diseñando en muchos casos los enfoques a seguir", dijo.
Obama le ordenó al personal que estudie las transiciones en 50 a 60 países para que encuentren precedentes para las mismas que están en marcha en Túnez y Egipto. Ellos han encontrado que Egipto es análogo a Corea del Sur, Filipinas y Chile, en tanto que una revolución en Siria podría terminar pareciéndose a la de Rumania.
Este enfoque, casi académico, se ciñe al estilo de Obama, mismo, que ha frustrado a personas que creen que él es demasiado lento y desapasionado. Sin embargo, algunos oficiales comentaron que eso también reflejaba la propia impaciencia del presidente, dos años después de haber pronunciado un discurso en El Cairo enfocado a enmendar las relaciones de EE.UU. con el mundo musulmán, dado que muchos de estos países seguían empantanados en la corrupción.
"Por la forma en que habla personalmente sobre la corrupción, él entiende la frustración", notó Rhodes.
"Él es muy realista", comentó Denis R. McDonough, uno de los asesores de seguridad nacional. "Cuando eres el presidente, no sólo puedes elegir entre las opciones atractivas. Eliges con base en cómo se relaciona eso con el impacto sobre intereses de seguridad nacional del país", apuntó.
Donilon: "El presidente ha sido la principal fuerza intelectual en estas decisiones".
Estudio diario de la región
En la residencia familiar de los Obama, el presidente navega con frecuencia y durante la noche por los blogs de expertos en asuntos árabes o sitios de noticias regionales para captar con sabor local los sucesos de esas zonas, antes del discurso del jueves.
Sondea a prominentes periodistas como Fareed Zakaria de la revista Time y CNN, así como al columnista Thomas L. Friedman de The New York Times, con respecto a sus visitas a la región.
"El presidente está buscando una manera de tomar perspectiva y trazar una imagen más amplia", evaluó el mismo reportero Fareed Zakaria.
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